El mercado de la tecnología 8K lleva años subiendo como la espuma. Para 2031 se prevé una valoración de 824.540 millones de dólares estadounidenses, según los datos recogidos por Verified Market. Pero, ¿merece realmente la pena comprarse un televisor 8K a día de hoy?
La respuesta rápida sería: si tu economía te lo permite, ¿por qué no? Sin embargo, puede ser interesante analizar un poco el panorama del 8K antes de dar el paso. Tras haberlo hecho, la respuesta seguramente sería "depende".
Televisores 8K, ¿sí o no?

Hay varios motivos que nos pueden hacer dudar sobre si es buena decisión o no invertir en un televisor 8K. Empezando por la ausencia de contenidos de estas características, aunque teniendo claro en todo momento que la imagen que nos va a ofrecer un panel así no la vamos a conseguir en una pantalla con resolución inferior.
A día de hoy, todavía hay muy poco contenido 8K que podamos disfrutar a no ser que nos refiramos a algún vídeo de YouTube, documentales especializados o contenidos que hayan sido grabados directamente con cámaras 8K.
Si eres de los que usan su televisor para ver películas o series de plataformas como Netflix o Disney+ y juegas a videojuegos en consolas como la PlayStation 5 o Xbox, el contenido que consumes habitualmente es en 4K.
Así pues, la escasez de contenidos 8K hace que no tenga mucho sentido invertir en televisores de este tipo. Al menos por ahora. Ya que cada vez iremos viendo más plataformas que emiten contenido en esta resolución, como sucede con MEGOGO.
Claro que este panorama es muy distinto en algunos países asiáticos, donde sí que es posible acceder a contenidos 8K de forma nativa de una manera más fácil. De hecho, fue Japón el primer país del mundo que lanzó al público un canal de televisión 8K en el año 2018.
Hoy por hoy, decidirte a comprar una Smart TV 8K es más una apuesta de futuro que algo que puedas aprovechar al máximo en el presente.
Por otro lado, no debemos dejar de valorar el tamaño de la pantalla, que en este caso también es importante.
La diferencia entre una Smart TV con resolución 4K y otra 8K comienza a hacerse patente cuanto más grande es la pantalla. En modelos de gran diagonal, concretamente a partir de las 65 pulgadas. Y especialmente si la distancia a la que está colocada no supera los tres metros.
Es decir, los paneles 8K nos permiten disfrutar de una calidad de imagen que percibiremos como más alta, pero siempre y cuando tengan el tamaño adecuado y estén situados a la distancia recomendada.
Si no se dan estas condiciones, el resultado que nos va a ofrecer una pantalla 4K va a seguir siendo sustancialmente bueno. Y, como decíamos, será mejor opción, o al menos más económica, hasta que los contenidos nos lleguen con esta resolución de forma nativa.
Imágenes | Ana Suárez, RTINGS
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